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Escala de intención. Una herramienta para usuarias y educadoras del Método Sintotérmico.

Updated: Dec 16

El método sintotérmico (MST), en su uso como método anticonceptivo, depende su efectividad completamente de la conducta de la persona usuaria o, en el marco de una pareja, de quienes lo practican. Si bien otros métodos, como las pastillas anticonceptivas o los preservativos, también requieren una conducta responsable por parte de quien los utiliza, el MST presenta una diferencia clave: al identificar los días fértiles y aquellos en los que la probabilidad de embarazo es mínima o nula, se abre un abanico de decisiones anticonceptivas posibles. Esto lo convierte en un método más dinámico y flexible que otros, como el preservativo o la pastilla, en los que las decisiones (y su consecuencia) suelen ser más lineales (por ejemplo, usar el preservativo desde el inicio al fin de cada encuentro sexual o tomar la pastilla todos los días).

En el caso del MST, las prácticas anticonceptivas pueden variar según el momento del ciclo, los acuerdos de la pareja y la intención (o no) de lograr un embarazo. Lo que el método garantiza es que, siguiendo su protocolo correctamente, la persona podrá identificar de manera eficaz la ventana fértil. Luego, cada usuaria (o pareja usuaria) deberá decidir qué prácticas sexuales sostiene o no en ventana fértil, de acuerdo al riesgo que quiera asumir.

Al usar el método sintotérmico con fines anticonceptivos (y en realidad al emplear cualquier método), resulta fundamental detenerse a reflexionar sobre la intención en relación a que suceda un posible embarazo. Aquí aparece una distinción importante: la intención se vincula con el deseo. Nos referiremos al deseo como un estado psicológico complejo que surge de la percepción de una falta o de una aspiración o anhelo hacia algo considerado valioso o significativo. Ese algo puede ser un objeto concreto, una situación futura, una relación, una meta personal, o un proyecto de vida (cómo ser padre o madre). El deseo moviliza emociones, fantasías o representaciones mentales, estimula motivaciones y acciones, y está condicionado por la historia personal, las relaciones afectivas, las normas sociales, los recursos personales y las posibilidades reales de realización. En el caso del deseo de tener hijos, ese deseo incluye dimensión biológica, simbólica y social, implica compromiso temporal y emocional, así como ambivalencias, expectativas idealizadas y también miedos o renuncias.

Así, una persona puede tener la intención de no embarazarse y, al mismo tiempo, experimentar el deseo de tener un hijo. Por ejemplo, una pareja puede no tener la intención de tener un hijo ahora pero si lo anhela en un futuro. A esta complejidad se le suma que, si hay dos personas en un acto sexual, la intención y el deseo corresponden a cada una y pueden estar en sintonía o no.

Es por eso que al final de este artículo les propondremos una herramienta tanto para usuarias como para educadoras del método, para pensar en qué lugar se encuentra la persona o pareja respecto a este deseo e intención.

El MST, como es un método basado en la observación y registro de biomarcadores, permite identificar en el ciclo tres fases, en relación a  la posibilidad de que se produzca un embarazo.

La primera fase, previa a la ovulación, es de infertilidad relativa. Si bien en este periodo no existe posibilidad de embarazo, su identificación puede resultar más difícil y con mayor margen de error. Por este motivo se la considera relativa. 

La segunda etapa corresponde a la ventana fértil, y existe posibilidad real de embarazo si las prácticas sexuales elegidas lo habilitan.

Finalmente, la etapa posterior a la ovulación se define como de infertilidad absoluta, ya que, una vez que el óvulo (ovocito) muere, ya no hay posibilidad de embarazo hasta el inicio del ciclo siguiente.

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De este modo, según la intención de embarazo de la persona o de la pareja usuaria, es posible adaptar la conducta sexual a cada una de las fases del ciclo. Por ejemplo:

  • Caro y Matias están seguros que no quieren tener hijos/as ni ahora ni en el futuro, y que interrumpirán un embarazo en caso de que ocurriera, eligen usar preservativo desde el inicio del ciclo hasta que cierra la ventana fértil. Luego en la etapa infértil no usa ningún método de barrera.

  • Noelia y Federico no buscan embarazo en este momento, pero si sucediera un embarazo, seguirán adelante con el mismo. Entonces deciden usar el método de coito interrumpido sólo durante la ventana fértil o tener sexo evitando el coito.

  • Mariana y Pablo no desean tener mas hijos/as, ella tiene problemas de salud incompatibles con una gestacion y no consideran el aborto una opcion en caso de embarazo. Además han decidido no usar métodos de barrera. Dada la situación deciden tener relaciones sexuales solamente durante la fase de infertilidad absoluta.

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Los tres relatos tienen en común que no hay búsqueda de un embarazo en ese ciclo y utilizan el MST con fines anticonceptivos, sin embargo, sus decisiones para evitar una gestación en relación a la conducta sexual, difieren.

En las parejas que utilizan el MST, es necesario que ambas partes participen en su aplicación. La forma concreta de hacerlo dependerá de cada pareja, pero resulta indispensable conversar de manera explícita sobre la intención respecto a un embarazo, más que con otros métodos anticonceptivos.  Con frecuencia se da por sentado que se conoce el deseo del otro, cuando en realidad este puede variar con el tiempo, las circunstancias personales o la dinámica de la relación.

En este sentido, el MST invita a asumir la dinámica de la anticoncepción como una tarea compartida, donde ambos asumen un rol activo y donde la comunicación se vuelve esencial para que las decisiones sean coherentes con los deseos e intenciones de cada uno.

También es posible que existan discrepancias en las intenciones de los miembros de la pareja, y por ello resulta importante expresar y poner en común en qué lugar se encuentra cada uno. De este modo, podrán tomar decisiones anticonceptivas conjuntas que les brinden mayor tranquilidad y, al mismo tiempo, asegurar que la responsabilidad sea realmente compartida.

La Asociación de Profesionales de Métodos de Conocimiento de la Fertilidad (AFAP) https://www.fertilityawarenessprofessionals.org/es/, plantea que las intenciones de fertilidad se ubican en un espectro que va desde “quiero un bebé”, pasando por “puedo arriesgarme”, hasta “no quiero un bebé”. Estas variaciones influyen de manera directa en la forma de usar un método anticonceptivo y, por lo tanto, en su efectividad. 


Todos los métodos anticonceptivos tienen un uso perfecto y un uso típico:

  • Uso perfecto: eficacia máxima, sin errores humanos y siguiendo las reglas de manera estricta. En el MST, esto implica, por ejemplo, abstenerse o evitar el coito durante la ventana fértil.

  • Uso típico: eficacia en condiciones de la vida real, teniendo en cuenta la naturaleza humana, que puede ser menos constante o incluso irracional.

Identificar en qué punto de la intención se encuentra cada persona y su pareja puede aumentar la efectividad del MST. 

Para esquematizar los matices en la decisión conceptiva-anticonceptiva, dentro del ámbito de la planificación familiar se desarrolló una escala numérica denominada escala de intención.

Esta herramienta sirve para graficar de manera consciente y explícita la postura de una persona o pareja frente a la posibilidad de un embarazo en un momento determinado, en el caso de la usuaria del MST, en cada ciclo.

Consiste en un rango —generalmente visualizado como una línea o escala numérica— que abarca desde “deseo activamente un embarazo” hasta “quiero evitar un embarazo en forma estricta”, con posiciones intermedias que reflejan matices, por ejemplo: “si sucede, está bien” o “preferiría evitarlo, pero no es grave si ocurre”.


Objetivos de esta escala de intención

  • Habilita a la problematización de un tema que culturalmente no suele tener matices, (se espera una respuesta de si o no). Al utilizar la escala nos permite entender que el deseo e intención de embarazo no es lineal, se reedita y se complejiza cuando incluye a otra persona (pareja)

  • Permite hacer consciente la intención actual de evitar el embarazo o no. Para  elegir previamente las decisiones anticonceptivas a aplicar durante la ventana fértil que mejor se ajusten a la persona/pareja.

  • Promueve y favorece el diálogo en pareja sobre expectativas, deseos e intenciones y ubica discrepancias si las hay, lo que explicita la responsabilidad compartida del método.

  • Permite ajustar la aplicación de las reglas del método según el nivel de apertura o rechazo a un posible embarazo.

 Es una herramienta de reflexión y comunicación que ayuda a utilizar el MST de manera coherente con los objetivos reproductivos actuales.


Escala de intención:

0. Máxima evitación: no quiero quedar embarazada bajo ningún punto de vista, porque no quiero ser madre o un embarazo pondría en riesgo mi salud.

1. Evitación. No tomaría riesgos. No quiero un embarazo ahora.  No estoy segura aún si quiero tener hijos. Mi deseo de ser madre/padre es ambivalente. Si ocurriera un embarazo, sería una crisis emocional y considera interrumpir el embarazo.

2. Evitación. No tomaría riesgos . Ya tengo hijos, no me siento en condiciones de afrontar otro embarazo. Si sucediera, consideraría interrumpir el embarazo.

3. Evitación. No tomaría riesgos. No quiero un embarazo ahora.  No estoy segura/o aún si quiero tener hijos. Mi deseo de ser madre/padre es ambivalente. Si ocurriera un embarazo, sería una crisis emocional pero al final lo tendría.

4. Evitación. Ya tenemos hijos. No quiero tener  otro hijo, pero si sucediera, sería bienvenido.

5. Vagamente evitando. No estamos planificando un embarazo ahora, pero estaríamos en condiciones de tener un hijo en este momento y asumimos tomar riesgos en ventana fértil. Un embarazo, nos haría feliz en este momento.

Por último, nos resulta interesante y en consonancia con lo que venimos planteando, la propuesta de Erika Irusta, pedagoga menstrual, que propone pasos previos antes de decidir de qué forma evitar un embarazo, entre ellos los siguientes: 

1 - Conócete. Saber cómo funciona tu cuerpo, reconocer sus características particulares, saber cómo se manifiesta tu sexualidad y cómo se expresan en vos cada una de las fases del ciclo menstrual ovulatorio te permitirá tomar decisiones reales, es decir, acordes a tus deseos y necesidades
2- Conócelos Más allá del tipo de vínculo que tengas, es fundamental saber con quien/es te compartes. Si estás en una relación estable es imprescindible conocer su postura acerca de la anticoncepción, qué ocurriría si falla, cuáles son sus límites, como entiende la sexualidad. Es importante definir qué puntos son negociables y cuáles no.
3- Piensa sobre tu momento actual ¿Cómo es tu situación en este momento? Económica - romántica - laboral - emocional ¿Cómo sería para vos quedarte embarazada ahora? ¿Cómo sería quedarte embarazada de él? ¿Cómo llegaste a este momento? Recorrer tu historia anticonceptiva
Luego con información acerca de las opciones podremos definir cuál es el mejor camino a tomar dentro de nuestras posibilidades No hay decisiones buenas o malas Hay decisiones ajenas con las que cargar con el propio cuerpo y decisiones propias con las que ser consecuentes ¿Qué riesgos estás dispuesta a correr? ¿Qué efectos colaterales son aceptables para vos? ¿Qué opciones son efectivamente accesibles? ¿Qué acuerdos tenés con tu pareja?”

Consideramos que tanto usuarias y parejas,  como educadoras pueden valerse de la escala de intención propuesta arriba y de las preguntas propuestas por Erika Irusta, para considerar qué reglas anticonceptivas usarán y cómo gestionarán su ventana fértil.



Marisa Godoy, Medica generalista y educadora del Método sintotérmico. Integrante de LAFER.

Pamela Tifni, Lic. en trabajo social y educadora del Método Sintotérmico. Integrante de LAFER.

Luna Gramigna, Psicóloga y educadora del Método Sintotérmico. Integrante de LAFER.

 
 
 

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